Borja Corcóstegui, pionero de la visión artificial; oftalmólogo; cofundador del IMO

“Nos estamos miopizando”


Casi tengo 60 años: no lo llevo bien, pero me voy acostumbrando. Soy de una cuarta generación de oftalmólogos. Combato la rutina con innovación. Nací en Bilbao; fui a Barcelona por su excelencia médica, y aún la conserva frente a Madrid. Nuestra sanidad necesita copago

Pedimos voluntarios para la delicada operación y sólo admitimos a los ciegos totales…

¿En qué consiste?

Conectamos las señales de una cámara de alta definición – con un pequeño ordenador que procesa sus imágenes-a la retina del paciente…

¿Un paciente que no ve la luz?

Cero, pero, pese a tener cero visión, esas imágenes de la cámara estimulan su retina, que envía la información al cerebro… Y…

¿El ciego ve?

Hemos conseguido que distinga imágenes con una nitidez parecida a la de una tele que no acabara de estar bien sintonizada.

Imagino el despertar de ese ciego.

Sólo he sentido una emoción así con pacientes en el norte de Mali a los que operaba – con Ulls del Món- cuando llevaban 30 años sufriendo de cataratas. Cuando abrían los ojos, podías ver en su cara que veían.

Magnífico.

Pero… ¡ojo!: la visión artificial es un experimento y complejísimo en el que nos hemos encontrado con obstáculos formidables.

Por ejemplo…

Esa conexión a la retina es muy delicada y no acaba de perfeccionarse: la silicona utilizada para adherir los 32 sensores estimuladores no es aún idónea… Además, las operaciones, que se realizan en Hamburgo, requieren permisos especiales, porque hablamos de un procedimiento experimental y no clínico. Es un proceso lento.

¿Y si la imagen de esa cámara se conectara directamente al cerebro?

Es otro procedimiento, pero, ami entender, más difícil todavía. En él, la cámara capta una información que se transmite a un implante de electrodos que se ha realizado en al área occipital del cerebro, donde está localizada la visión.

Pues suena fácil.

Como casi siempre en visión artificial, los esquemas son fáciles de concebir sobre el papel, pero muy difíciles de convertir en realidad: se trata de lograr que el cerebro perciba directamente la imagen de un objeto.

¿Los avances tecnológicos: la 3D; la alta definición, la visión polarizada…, ayudan?

Muchísimo. Trabajamos juntos en ellos.

¿Tiene otros rompecabezas en mente?

Sigo diseñando instrumentos quirúrgicos: acabo de perfeccionar una pinza para retirar membranas – también me apasiona la mecánica y la ergonomía-y ando pendiente de nuestro laboratorio farmacológico…

¿Qué espera que salga de él?

Una molécula muy compleja para curar la degeneración macular, una causa habitual de pérdida visual. Y también trabajamos con genetistas para desentrañar las claves hereditarias de muchas enfermedades oculares y, en especial, la miopía.

Ahora se operan tantas…

Las miopías más graves son la primera causa de ceguera. Aunque, en conjunto, la cirugía refractiva es un éxito: llegaremos a corregir casi todos los defectos visuales.

¿Desaparecerán las gafas?

No, porque son mucho más que meras prótesis visuales, son moda y personalidad.

Un neurólogo dijo aquí que un veinte por ciento de las señoras ve un color más.

Los varones distinguimos peor los colores. Es cierto. Y un ocho por ciento padece defectos en su percepción cromática.

A mí lo que me mata es el ordenador: acabo con los ojos hechos polvo.

El ordenador no perjudica la visión, pero cansa. Lo que sucede es que, al estar concentrado en la pantalla, usted parpadea menos y sufre sequedad ocular y fatiga mental por la concentración, y también muscular al estar mucho rato en la misma postura.

¿Es bueno encender una luz cuando tienes el ordenador o la tele encendidos?

Es bueno para las eléctricas: pagará usted más luz sin obtener ningún beneficio visual.

¿Solemos leer con poca luz?

Al contrario, tenemos exceso lumínico. No son necesarias tantas halógenas ni focos… Y establecido ese principio higiénico, digamos que el resto es cuestión de gustos.

Los niños pasan el día ante pantallas.

Porque nos estamos miopizando. Nuestra visión está cada vez más concentrada en un entorno más pequeño y nuestros objetos de atención más próximos a nosotros, y por eso bioevolutivamente tendemos a la miopía, como las culturas más avanzadas.

¿Por eso tantos japoneses llevan gafas?

Y los chinos y muchas otras culturas avanzadas, que tienden a padecer miopías masivas.

¿La retina no requiere descanso?

Creo que fui pionero en demostrar que las intervenciones de retina no requieren cama, ni inmovilidad, ni impiden llevar peso.

Siempre oí lo contrario.

También yo he oído decir que un enfermo de retina no podía ir a la peluquería; incluso he visto vender unas botas… ¡”especiales” para dolencias de retina!

Su bisabuelo, abuelo, padre y hermano son oftalmólogos: ¿eso ayuda o presiona?

Hay oftalmólogos mejores que yo que jamás tuvieron pariente alguno en el gremio.

¿Por qué vino a estudiar a Barcelona?

Era entonces el centro de excelencia oftalmológica de España y sigue siéndolo, como en casi todas las especialidades médicas.

¿Por qué?

Es la mejor combinación público-privada del país, y en Madrid pesa demasiado el Estado. A nuestra Sanidad, en general, le hace falta una buena reforma y avanzar hacia el copago, como en Francia.

Ver sin ojos

No he visto nunca el rostro de un ciego que distingue la luz por primera vez, pero acabo de contemplar el del doctor Corcóstegui al explicarlo y, si yo fuera el director de esa película, no sé a quién le daría el primer plano. Nos emocionamos cuando me da en Advance Medical la primicia mundial de su cirugía de visión artificial, que permite ver la realidad a ciegos de nacimiento como si fuera “una televisión que no acabara de estar bien sintonizada”. Y vuelve a volar cuando me dibuja en el aire cómo es la última pinza que ha diseñado para retirar membranas en el quirófano, una explicación que alterna, igual de apasionado, con la de los paleocilindros de su colección de coches antiguos.