Descubrió una técnica que revolucionó la cirugía de la catarata y «dio la vuelta al mundo»
En Egipto se operaban cataratas 2.000 años antes de Cristo. En la evolución de esta cirugía Ignacio Barraquer ideó en 1917 la facoéresis, que permitía extraer la catarata entera. Su hijo Joaquín introdujo otra innovación en 1957, y la explicó en el ciclo Martes Clínicos de La Rosaleda. Acudió a Santiago con varios alumnos y trabaja en un nuevo libro de la especialidad.
-¿Qué supuso ese avance?
-Fue una técnica que permitía extraer la catarata con mayor facilidad. Supuso un gran adelanto. En 6 meses dio la vuelta al mundo, y representó una revolución en esta cirugía. Se utilizó hasta la década de 1980. Posteriormente hubo otros avances, hasta la introducción de una lente dentro del ojo, que permite al paciente ver de lejos y de cerca sin gafas, si se opera bien. Ahora trabajamos en una alternativa más fisiológica, para recuperar la acomodación que todos perdemos cuando tenemos entre 40 y 50 años.
-¿Se operarán más cataratas por el mayor envejecimiento de la población?
-La catarata en España es un problema muy corriente; y la principal causa de ceguera que se evita con la operación en África, India o China. Respecto a la vejez, yo tengo 84 años y no tengo cataratas. Mi mujer y varios amigos si fueron operados y también gente joven de 45 y 50 años, de hipermetropía y cataratas, a quienes les quitas las gafas de lejos y de cerca.
-¿Qué perspectiva ve al trasplante de córnea?
-Con la tecnología y medicación antirrechazo se logra que los pacientes vean muy bien en casos en los que hace unos 40 años se pensaba que no se podía hacer nada. Puede devolver la vista a mucha gente.
-¿Cómo solucionaría la alta lista de espera de oftalmología?
-Es cuestión de organización. Los enfermos necesitan tratamiento y una lista de espera discreta puede aceptarse, pero no debería quedar nadie ciego por falta de asistencia.
-¿Hay intrusismo en oftalmología por parte de otros profesionales?
-Nosotros para graduar la vista tenemos ayudantes, pero no pueden firmar una receta. Las intrusiones de otros profesionales son también cuestión de organización y de legislación; en principio no tendría que haberlas.
-¿Qué problemas asistenciales ve como más preocupantes?
-Siempre habrá problemas. Ahora se soluciona la catarata; si se llega a tiempo se cuida el glaucoma, dolencias graves de los diabéticos, o del nervio óptico. Pero aún queda por ejemplo la retinosis pigmentaria, que tiene muy poca solución.
-¿Qué retos ve en la oftalmología?
-Para cegueras de nacimiento, para quienes pierden los ojos y las vías ópticas en un accidente, y para otros problemas muy graves se estudia como alternativa la visión artificial, al colocar un chip en la zona visual del cerebro. Es un reto importante, hay experimentos en este sentido y es un nuevo camino que hay que trabajar.
-¿Si se conoce mejor el ojo se conocerá mejor la vejez?
-Creo que sí. Aunque uno es lo viejo que sea su espíritu. La vejez se lleva en el alma y en el corazón, y hay quien nace viejo.
En Egipto se operaban cataratas 2.000 años antes de Cristo. En la evolución de esta cirugía Ignacio Barraquer ideó en 1917 la facoéresis, que permitía extraer la catarata entera. Su hijo Joaquín introdujo otra innovación en 1957, y la explicó en el ciclo Martes Clínicos de La Rosaleda. Acudió a Santiago con varios alumnos y trabaja en un nuevo libro de la especialidad.
-¿Qué supuso ese avance?
-Fue una técnica que permitía extraer la catarata con mayor facilidad. Supuso un gran adelanto. En 6 meses dio la vuelta al mundo, y representó una revolución en esta cirugía. Se utilizó hasta la década de 1980. Posteriormente hubo otros avances, hasta la introducción de una lente dentro del ojo, que permite al paciente ver de lejos y de cerca sin gafas, si se opera bien. Ahora trabajamos en una alternativa más fisiológica, para recuperar la acomodación que todos perdemos cuando tenemos entre 40 y 50 años.
-¿Se operarán más cataratas por el mayor envejecimiento de la población?
-La catarata en España es un problema muy corriente; y la principal causa de ceguera que se evita con la operación en África, India o China. Respecto a la vejez, yo tengo 84 años y no tengo cataratas. Mi mujer y varios amigos si fueron operados y también gente joven de 45 y 50 años, de hipermetropía y cataratas, a quienes les quitas las gafas de lejos y de cerca.
-¿Qué perspectiva ve al trasplante de córnea?
-Con la tecnología y medicación antirrechazo se logra que los pacientes vean muy bien en casos en los que hace unos 40 años se pensaba que no se podía hacer nada. Puede devolver la vista a mucha gente.
-¿Cómo solucionaría la alta lista de espera de oftalmología?
-Es cuestión de organización. Los enfermos necesitan tratamiento y una lista de espera discreta puede aceptarse, pero no debería quedar nadie ciego por falta de asistencia.
-¿Hay intrusismo en oftalmología por parte de otros profesionales?
-Nosotros para graduar la vista tenemos ayudantes, pero no pueden firmar una receta. Las intrusiones de otros profesionales son también cuestión de organización y de legislación; en principio no tendría que haberlas.
-¿Qué problemas asistenciales ve como más preocupantes?
-Siempre habrá problemas. Ahora se soluciona la catarata; si se llega a tiempo se cuida el glaucoma, dolencias graves de los diabéticos, o del nervio óptico. Pero aún queda por ejemplo la retinosis pigmentaria, que tiene muy poca solución.
-¿Qué retos ve en la oftalmología?
-Para cegueras de nacimiento, para quienes pierden los ojos y las vías ópticas en un accidente, y para otros problemas muy graves se estudia como alternativa la visión artificial, al colocar un chip en la zona visual del cerebro. Es un reto importante, hay experimentos en este sentido y es un nuevo camino que hay que trabajar.
-¿Si se conoce mejor el ojo se conocerá mejor la vejez?
-Creo que sí. Aunque uno es lo viejo que sea su espíritu. La vejez se lleva en el alma y en el corazón, y hay quien nace viejo.
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