El presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO), Juan Carlos Martínez, ha subrayado la importancia de usar gafas de sol desde la infancia para prevenir futuras enfermedades oculares, como cataratas, pterigion o incluso la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), puesto que el cristalino de los pequeños "aún no está funcionando a la perfección".
Así, antes del primer año de vida, el cristalino deja pasar el 90 por ciento de la radiación UVA y el 50 por ciento de la UVB, llegando directamente a la retina, lo cual puede provocar daños a corto y largo plazo. Los daños que surgen a corto plazo pueden ser la queratitis (quemaduras solares), que en los más pequeños se manifiestan con síntomas de dolor, fotofobia y enrojecimiento de los ojos.
A largo plazo, sin embargo, el daño puede ser "más severo", ya que se pueden producir alteraciones agudas de la córnea, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que dañan la visión de forma "severa y permanente". Por todo ello, las gafas de sol e incluso sombrero o gorra con visera delantera son la "mejor" protección para reducir el riesgo de padecer estas patologías sin que repercuta en las actividades de los niños.
Los adultos deben tener en cuenta que las gafas de sol "no son un juguete", de ahí que, a la hora de incorporarlas a la actividad diaria del niño, el pequeño debe conocer las consecuencias de no hacerlo y asumir que debe tratarlas como un objeto que redunda en su beneficio, explicándole que, aún llevándolas puestas, nunca debe dirigir su mirada directamente al sol.
Según Martínez, "las gafas de sol infantiles, al igual que las de los adultos, deben estar homologadas y llevar la marca CE como estándar mínimo de calidad. Es preferible no ponerse gafas a arriesgarse con gafas no homologadas, ya que suponen un serio peligro para la salud visual".
A largo plazo, sin embargo, el daño puede ser "más severo", ya que se pueden producir alteraciones agudas de la córnea, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que dañan la visión de forma "severa y permanente". Por todo ello, las gafas de sol e incluso sombrero o gorra con visera delantera son la "mejor" protección para reducir el riesgo de padecer estas patologías sin que repercuta en las actividades de los niños.
Los adultos deben tener en cuenta que las gafas de sol "no son un juguete", de ahí que, a la hora de incorporarlas a la actividad diaria del niño, el pequeño debe conocer las consecuencias de no hacerlo y asumir que debe tratarlas como un objeto que redunda en su beneficio, explicándole que, aún llevándolas puestas, nunca debe dirigir su mirada directamente al sol.
Según Martínez, "las gafas de sol infantiles, al igual que las de los adultos, deben estar homologadas y llevar la marca CE como estándar mínimo de calidad. Es preferible no ponerse gafas a arriesgarse con gafas no homologadas, ya que suponen un serio peligro para la salud visual".
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