De las virtudes con que la naturaleza dotó al hombre, pocas son comparables al milagro de ver y disfrutar de la beldad multicolor del paisaje, el rostro de los seres queridos o el brillo y guiño cómplice de la mirada del amor.
Si por infortunio del destino, herencia o descuido se pierde el preciado sentido de la visión, el velo de la oscuridad no solo ensombrece los ojos, sino también el corazón.
Por eso, cuando se descartan a tiempo los riesgos de la posible merma visual, o luego de la desesperante penumbra, se tiene la oportunidad de volver a ver, es como “regresar de la sombra y estar de vuelta a la luz”.
Así lo describió la oftalmóloga Maritza Leyva Martínez, consagrada estudiosa de la Retinosis Pigmentaria y primera especialista que en el extremo oriental de Cuba asumió la cirugía de esa patología ocular, de curso progresivo, considerada la cuarta causa de ceguera en el mundo.
Estudios indican que este padecimiento afecta en el orbe aproximadamente a una persona de cada cuatro mil, mientras en la Isla la proporción se comporta de alrededor de cuatro individuos de cada 10 mil.
Las características, signos y síntomas de esta enfermedad fueron esplicadas a la AIN por la doctora Leyva, directora además del guantanamero Centro de Retinosis Pigmentaria Abel Santamaría, uno de los 17 que en Cuba se destinan al tratamiento de la afección.
Se trata, refirió, de una enfermedad hereditaria, crónica y degenerativa que afecta la retina, otras estructuras del ojo y algunos sistemas del organismo. Es una importante causa de discapacidad visual y se caracteriza por la variabilidad de sus signos y síntomas. Agregó que entre ellos figuran la mala visión nocturna, la reducción del campo visual y la presencia de pigmentos en el fondo del ojo, los cuales dan nombre a la patología, manifestada generalmente en edades tempranas de la vida, con predominio en el sexo masculino.
La terapéutica cubana para tratar ese padecimiento está encaminada a controlar o detener el progreso de la enfermedad, y la integran varios procedimientos, desde los tratamientos con ozonoterapia, electroestimulación y medicación, hasta la intervención quirúrgica, subrayó.
Esta última opción, denominada cirugía revitalizadora, la creó el eminente científico cubano Orfilio Peláez, quien falleció en enero de 2001, luego de dejar su impronta en el estudio de la igualmente conocida como ceguera nocturna.
Según estimaciones, el padecimiento afecta mayormente a las regiones orientales del archipiélago, donde existen territorios en que la tasa asciende a más siete personas por cada 10 mil. Las tasas más altas están en Granma, Las Tunas y Camagüey.
La provincia de Guantánamo no es de las de mayor incidencia pero aún así, "aquí la proporción se eleva a 4,8 y específicamente en los municipios de El Salvador y San Antonio del Sur asciende a 7,6 y 7, 8 individuos por cada 10 mil, respectivamente". dijo la especialista.
En el primero muncipio citado radica una familia en la que la afección aparece en 80 de sus miembros, quienes representan la mitad de la descendencia.
La doctora Leyva explica que se trata del caso de Herencia Autosómica Dominante, en el cual la enfermedad aparece en todas las generaciones.
El Centro de Atención a la Retinosis Pigmentaria Abel Santamaría, de Guantánamo desarrolla y prioriza actividades y charlas educativas para pertrechar a la población de conocimientos acerca de la enfermedad.
Ubicado al noreste de esta ciudad del extremo oriental cubano, el recinto ha atendido, desde su fundación por el doctor Orfilio Peláez, en 1996, a los 260 pacientes diagnosticados con la citada afección oftalmológica en los 10 municipios del territorio.
Existen las condiciones para el ingreso y la realización del diagnóstico y tratamiento de esa y otras patologías de la retina y el nervio óptico.
Al igual que sus homólogas en la nación, esa clínica cuenta con un grupo multidisciplinario de especialistas, y dispone de salas para el tratamiento con las diferentes terapias y de equipos de biomicroscopía, refracción, para el análisis de la retina y de electrofisiología ocular.
Este último, dedicado al estudio de la retinosis, se adquiere en el mercado internacional al costo de 43 mil dólares, y la cirugía para corregir las distrofias de la retina en cualquier otro país alcanza precios inasequibles para la mayoría de los afectados, quienes ven mutilados sus sueños de recobrar la visión.
En Cuba, gracias a la existencia del Sistema Nacional de Salud con servicios gratuitos y cobertura para toda la población, se estudia previamente a las personas con riesgo de padecer la enfermedad, teniendo en cuenta su carácter hereditario.
El esmerado trabajo preventivo y asistencial llevado a cabo pese al injusto bloqueo impuesto por Estados Unidos a la Isla, es muestra del valor que el Gobierno le confiere al bienestar del pueblo, loable empeño que hace posible, a muchos, el anhelado milagro de volver a ver. (Por Yaymara Villaverde Marcé / AIN)
Si por infortunio del destino, herencia o descuido se pierde el preciado sentido de la visión, el velo de la oscuridad no solo ensombrece los ojos, sino también el corazón.
Por eso, cuando se descartan a tiempo los riesgos de la posible merma visual, o luego de la desesperante penumbra, se tiene la oportunidad de volver a ver, es como “regresar de la sombra y estar de vuelta a la luz”.
Así lo describió la oftalmóloga Maritza Leyva Martínez, consagrada estudiosa de la Retinosis Pigmentaria y primera especialista que en el extremo oriental de Cuba asumió la cirugía de esa patología ocular, de curso progresivo, considerada la cuarta causa de ceguera en el mundo.
Estudios indican que este padecimiento afecta en el orbe aproximadamente a una persona de cada cuatro mil, mientras en la Isla la proporción se comporta de alrededor de cuatro individuos de cada 10 mil.
Las características, signos y síntomas de esta enfermedad fueron esplicadas a la AIN por la doctora Leyva, directora además del guantanamero Centro de Retinosis Pigmentaria Abel Santamaría, uno de los 17 que en Cuba se destinan al tratamiento de la afección.
Se trata, refirió, de una enfermedad hereditaria, crónica y degenerativa que afecta la retina, otras estructuras del ojo y algunos sistemas del organismo. Es una importante causa de discapacidad visual y se caracteriza por la variabilidad de sus signos y síntomas. Agregó que entre ellos figuran la mala visión nocturna, la reducción del campo visual y la presencia de pigmentos en el fondo del ojo, los cuales dan nombre a la patología, manifestada generalmente en edades tempranas de la vida, con predominio en el sexo masculino.
La terapéutica cubana para tratar ese padecimiento está encaminada a controlar o detener el progreso de la enfermedad, y la integran varios procedimientos, desde los tratamientos con ozonoterapia, electroestimulación y medicación, hasta la intervención quirúrgica, subrayó.
Esta última opción, denominada cirugía revitalizadora, la creó el eminente científico cubano Orfilio Peláez, quien falleció en enero de 2001, luego de dejar su impronta en el estudio de la igualmente conocida como ceguera nocturna.
Según estimaciones, el padecimiento afecta mayormente a las regiones orientales del archipiélago, donde existen territorios en que la tasa asciende a más siete personas por cada 10 mil. Las tasas más altas están en Granma, Las Tunas y Camagüey.
La provincia de Guantánamo no es de las de mayor incidencia pero aún así, "aquí la proporción se eleva a 4,8 y específicamente en los municipios de El Salvador y San Antonio del Sur asciende a 7,6 y 7, 8 individuos por cada 10 mil, respectivamente". dijo la especialista.
En el primero muncipio citado radica una familia en la que la afección aparece en 80 de sus miembros, quienes representan la mitad de la descendencia.
La doctora Leyva explica que se trata del caso de Herencia Autosómica Dominante, en el cual la enfermedad aparece en todas las generaciones.
El Centro de Atención a la Retinosis Pigmentaria Abel Santamaría, de Guantánamo desarrolla y prioriza actividades y charlas educativas para pertrechar a la población de conocimientos acerca de la enfermedad.
Ubicado al noreste de esta ciudad del extremo oriental cubano, el recinto ha atendido, desde su fundación por el doctor Orfilio Peláez, en 1996, a los 260 pacientes diagnosticados con la citada afección oftalmológica en los 10 municipios del territorio.
Existen las condiciones para el ingreso y la realización del diagnóstico y tratamiento de esa y otras patologías de la retina y el nervio óptico.
Al igual que sus homólogas en la nación, esa clínica cuenta con un grupo multidisciplinario de especialistas, y dispone de salas para el tratamiento con las diferentes terapias y de equipos de biomicroscopía, refracción, para el análisis de la retina y de electrofisiología ocular.
Este último, dedicado al estudio de la retinosis, se adquiere en el mercado internacional al costo de 43 mil dólares, y la cirugía para corregir las distrofias de la retina en cualquier otro país alcanza precios inasequibles para la mayoría de los afectados, quienes ven mutilados sus sueños de recobrar la visión.
En Cuba, gracias a la existencia del Sistema Nacional de Salud con servicios gratuitos y cobertura para toda la población, se estudia previamente a las personas con riesgo de padecer la enfermedad, teniendo en cuenta su carácter hereditario.
El esmerado trabajo preventivo y asistencial llevado a cabo pese al injusto bloqueo impuesto por Estados Unidos a la Isla, es muestra del valor que el Gobierno le confiere al bienestar del pueblo, loable empeño que hace posible, a muchos, el anhelado milagro de volver a ver. (Por Yaymara Villaverde Marcé / AIN)
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