MADRID, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -
El glaucoma es conocido como la "ceguera silenciosa" porque es una enfermedad que "no da ninguna sintomatología", explica a Europa Press García Sánchez, que también es profesor Emérito de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid.
"Aparece en personas presuntamente normales", insiste este experto, que asegura que es necesario concienciar a la sociedad sobre la importancia del diagnóstico precoz y sobre la necesidad de conocer los factores que pueden inducir su aparición.
"La eficacia del tratamiento depende del diagnóstico precoz. Si el glaucoma se detecta en una fase reciente el sujeto responde bien al tratamiento, pero si se hace en una fase tardía lo único que se puede conseguir es que el afectado mantenga una situación de grave deficiencia visual", aclara García Sánchez.
El glaucoma es una enfermedad que afecta al nervio óptico y la probabilidad de "evitar la ceguera disminuye a medida que avanza la patología". Entre los factores de riesgos asociados destaca la presión intraocular alta, la miopía alta, la edad, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la genética.
PRESIÓN INTRAOCULAR ALTA
La presión intraocular alta es uno de los principales indicadores y como detalla García Sánchez, que también es coordinador de la red temática de investigación en Oftalmología del Instituto de Salud Carlos III, "cuando se sitúa por encima de 20 mm de mercurio puede ser un signo sospechoso de la existencia de la enfermedad".
En este sentido, el oftalmólogo recomienda a la población que se realicen revisiones periódicas de la presión intraocular. En concreto, aconseja su realización cada dos años durante los primeros años de vida y una vez al año a partir de la mediana edad (50 años).
Asimismo, en el caso de que existan antecedentes familiares de glaucoma se debe prestar más atención, ya que su presencia "multiplica por cinco la probabilidad de aparición de la patología" y las revisiones de la presión intraocular se deberían hacer con mayor frecuencia.
Junto a esta prueba se "debe tener en cuenta también" el resultado del estudio de campo visual sobre "la amplitud de visión en el espacio" y las exploraciones en el fondo de ojo, que pueden revelar daños en el nervio, que no se manifiestan en los niveles de presión intraocular.
Para valorar el fondo de ojo actualmente se utilizan tres instrumentos: el HDR, OCT y GDx. "Estas técnicas comparan la imagen del nervio con un modelo de imagen de personas con valores normales y, teniendo en cuenta diversos factores como la edad, determinan las probabilidades de desarrollar glaucoma", explica García Sánchez.
MÁS PREVALENCIA EN MAYORES DE 70 AÑOS
Respecto a la edad, el glaucoma tiene más incidencia en las personas de mayor edad. De hecho, en los mayores de 70 años se estima que afecta a un 5 por ciento de la población, y en las personas que superan los 80 años la incidencia llega hasta cotas de entre el 7 y el 10 por ciento, mientras que en los menores de 40 años no supera cifras del 0,5 por ciento.
"El humor acuoso sale a través de unos filtros que se obstruyen con los años. Normalmente, estos vasos suelen tener capacidad suficiente para que no suba la presión, pero si existe predisposición genética al glaucoma se obstruyen más y no son capaces de impedir el aumento de presión intraocular", aclara el Académico de Número de la RANM.
Una razón similar es la que explica que la diabetes y las enfermedades cardiovasculares sean factores de riesgo de esta enfermedad. "Las enfermedades cardiovasculares conducen a un deterioro de los vasos sanguíneos, que también afectan a los filtros del humor acuoso", justifica García Sánchez.
Por su parte, los diabéticos presentan un problema metabólico y como consecuencia estos finos vasos se van obstruyendo y dan lugar, por tanto, al "mismo proceso degenerativo. Nuestro organismo esta muy coordinado, tanto para la bueno como para lo malo", concluye el experto.
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